sábado, 21 de diciembre de 2013

La topografía de las lágrimas

Hay lágrimas de tristeza, alegría, placer, dolor. Están las provocadas por una basurita en el ojo. También las originadas por culpa del ácido de una cebolla o de un gas. Todas saben a sal, son tibias, translúcidas. Y aunque parezcan iguales, ¿sabían que no lo son? ¿Que su composición química no es la misma? ¿Y que varía de acuerdo a su motivación?
Cada una de ellas, aunque conservan una composición básica común, tiene algún componente que la distingue, que la convierte en única. Las que humectan y las que responden al dolor son similares, aunque estas últimas tienen mayores propiedades de curación.
Las lágrimas que son producto de las emociones, tienen más hormonas y leucina encefalina (componente que se libera cuando el cuerpo está en situación de estrés). Ayudan a eliminar del cuerpo los efectos adversos químicos de la emoción contenida.
Sobran razones ahora para asegurar que “llorar es salud” y alivia el cuerpo, aunque duela y nos deje los ojos y el alma borrosos. Sin duda, habrá valido la pena llorar. Así, y solo así, estaremos listos para ver la vida con mucha más claridad.
  

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